lunes, 15 de octubre de 2012

Si al presidente Rajoy no le costara tanto tomar decisiones, probablemente lo hubiera cesado (Ministro Wert) para retirar munición a los indignados con sus palabras, catalanes y también castellanos que prefieren el diálogo y el pacto a la tensión. Y fue el príncipe y no el Gobierno el que fomentó la concordia con sus palabras.
No es fácil reunir un plantel de comunicadores desafortunados tan nutrido como el que exhibe el Gobierno. Los hay incontinentes, como el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, al que le costó comprender que ya estaba en el Gobierno y no seguía en la oposición; o de línea ceniza, como Luis de Guindos, capaz de declarar que «la situación económica es grave pero va a empeorar». O incluso como José Manuel Soria, de Industria, que, como dice un compañero suyo de Gabinete, «olvida a veces que ya no está en Canarias».