Desde su
gran cama de fibra de coco y humus de lombriz, las lechugas muestran con recato
sus primeras hojas. A su lado, las plantas aromáticas despiden el atardecer con
emanaciones de albahaca y menta. Cerca hay berenjenas, tomates cherry,
pimientos rojos y verdes, acelgas y un palé pintado de azul por el que trepan
algunas matas de judías verdes. Todas son verduras urbanitas. No crecen en el
campo, ni en la huerta, sino en una azotea de 150 metros cuadrados ,
en lo alto de un edificio de cinco plantas del barrio de Velluters de Valencia.
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“El proyecto Huerto
City nació cuando la sala de actividades multiculturales Radio City y la Red Sostenible y
Creativa (RSC) decidieron caminar juntas para encontrar alternativas a nuestra
actual forma de alimentarnos, así como ayudar a reverdecer primero la
conciencia de las personas y después los espacios donde viven”, explica Ferran
Caudet, fundador de la RSC.
Han
pasado cuatro años desde que este colectivo, hoy constituido en fundación y con
300 colaboradores fijos, comenzara a tejer vínculos entre personas inquietas y
propuestas innovadoras, siempre con el fin de humanizar pueblos y ciudades.
Huerto City es la última criatura de esta familia numerosa, de la que son
hijos, entre otros, una revista, un banco de tiempo que cuenta con moneda
propia (el sol) y encuentros mensuales de intercambios y trueques y diversos
equipos que trabajan en temas que van desde la agricología a la bioconstrucción,
pasando por la educación, la economía humanizada o la eficiencia energética.
“Hemos
optado por la permacultura porque nos sentimos muy cerca de esta visión, que va
más allá de la agricultura y busca crear diseños sostenibles y permanentes,
sean paisajes o asentamientos humanos”, explica José Luis Moreno, coordinador
de agricología de la RSC. “Los huertos urbanos están muy de moda”, continúa.
“Lo que nos diferencia de otros movimientos es nuestro enfoque holístico, aquí
lo importante son las personas. No sólo que puedan aprender a cultivar
alimentos, sino que tengan un espacio donde encontrarse, expresarse,
desconectar del trabajo y disfrutar”.
Concebido
como un taller en continuidad, gratuito y abierto a quien quiera sumarse al
grupo, Huerto City apuesta por el reciclaje creativo. Materiales de
construcción, garrafas de plástico, una maleta, unas viejas botas o una
bicicleta sin ruedas, todo sirve, se transforma y se aprovecha. “Si las
personas se comprometen con el cambio, reencuentran su creatividad y una
terraza vacía se convierte en un lugar lleno de vida”, señala Caudet.